lunes, 21 de diciembre de 2009

Espacios coloristas no reales.

Juego a pisar baldosa si, baldosa no. Sin embargo prefiero pintar las baldosas con colores que van habitualmente de cálidos a fríos y trazar un camino que casi siempre acaba convertido en algo así como un pentagrama de notas que probablemente me cueste interpretar.
No son las reglas, pero bien es cierto que yo siempre hago lo que quiero.



(El secreto es simple, imaginar, y ahí tienes tu camino fácil)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Ausencias.

Ella lo cree así, pero yo se que se equivoca, solo es una niña. Cree en un futuro. Pero yo no creo, ¡le he dicho mil veces que no y que no! Que ya basta de espectativas baratas. Já...ella no es mas que una soñadora al otro lado de una ventana mas bien sucia.
Pues bien se sabe que Amelie, como siempre, prefiere soñar, porque la vida le parece una lucha demasiado compleja, y la verdad es que ella solo quiere ver caballitos de tio vivo blancos con pintas rojas, azules y amarillas y un montón de gominolas de colores en la estantería de su cocina, y...y... ¡sentir la suavidad de la luz de un sol que sonríe y lleva gafas porqué es muy señorito! ¿Y por qué no? ¡Nadar desnuda entre un estanque de miles de peces magenta que le picotean suavemente y sin embargo no causan ni un rasguño! ¡Y que al reir, el agua se le cuele dentro y le empape de vida! ¡qué le haga sentir que hay algo abstracto, algo inteligible dentro de ella que merece la pena!


Pero no puedo enfadarme con ella. Ella es la magia, inevitablemente es lo que me mantiene viva.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Humor del güeno.

Ayer, 5 de diciembre de 2009, tuve la suerte (¡qué coño! tuve el privilegio) de ver en directo a una de las pocas personas que he sido capaz de admirar y de seguir su trabajo de una manera constante ( y actualmente enfermiza, porque no decirlo).
Me refiero a Berto Romero y su espectáculo "La Apoteosis Necia". Una representación teatral en forma de monólogo que cuenta con la música de El Lagarto y con una pantalla con diapositivas que acompañan durante toda la actuación.
La cosa dura casi unas dos horas, que pasan volando y es que a pesar de que Berto avisa de que el espectáculo no es ni bueno ni malo, si no algo mediocre, las risas comienzan desde esa pequeña introducción a las 20.30 y terminan a las 22.20 con una serie de tomas falsas que realmente sorprenden.
A parte, Berto ofrece un dinamismo que ya se pudo ver antes en Buenafuente o en esas tres ediciones de El programa de Berto , y para los que lo seguimos día a día (de manera enfermiza) resulta muy curioso ver esos gestos tan míticos en directo. No decepciona.
Realmente me fascinó, y no puedo esconder esa emoción de conocer a un idolo. Asique, decir que estoy muy feliz de contar con su firma en su libro Cero Estrellas ( aunque fuera a la fuerza ) y de haber disfrutado de dos horas de comedia en directo.



PD: Sí, he perdido un boli y una cantidad de dinero que no viene al caso, pero he ganado en experiencia, y ¿por qué no decirlo? en felicidad.